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Un portal hacia mí misma: el poder del masaje de Yoni.


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Mi primera vez en un taller de masaje de Yoni

La primera vez que fui a un taller de masaje de Yoni pensé que sería una clase sobre cómo tocar la vulva eróticamente y ya. Me apunté sin imaginar lo que iba a presenciar.

El salón estaba lleno de unas 30 personas de todos los géneros. Después de romper el hielo, hablar un poco sobre el Tantra, la facilitadora anunció que haría una demostración en vivo. Una mujer se quitó los pantalones, se recostó y dijo que estaba lista para recibir.

Yo me quedé congelada:

“¿¡Se acaba de desnudar frente a toda esta gente!?”

La facilitadora comenzó guiándola con la respiración, una mano en su pecho y otra en su Yoni. Le hizo preguntas íntimas sobre límites, miedos y deseos, y poco a poco empezó a tocar su cuerpo físico y energético.

Lo que presencié fue un proceso profundo de sanación: risas, lágrimas, orgasmos, sonidos, silencio, presencia, amor. No tenía un nombre para eso, pero algo en mí sabía que quería vivirlo.


El masaje de Yoni que transformó mi manera de vivir la sexualidad

Dos meses después me inscribí en un retiro de tres días sobre Tantra. En el segundo día, llegó el momento de escoger a la persona que me daría el masaje. Estaba nerviosa, llena de pensamientos como:

“¿Me habré depilado suficiente?...¿Qué pensará de mi vulva?”

Entonces, quien me acompañaba me dijo:

“Podemos parar en cualquier momento. Tú tienes el control. Solo necesitas recibir.”

En ese instante mi cuerpo se relajó.

Me permití disfrutar como nunca antes. Sentí caricias, cuidado, presencia. Había comunicación constante, asegurándose de que estuviera cómoda y segura.

Por primera vez entendí que el poder era mío. Yo tenía el control, podía usar mi voz, podía decir “sí” o “no” sin miedo.

En esa sesión llegué a orgasmos, lágrimas, éxtasis y vacío. Fue un encuentro sagrado conmigo misma, con mi linaje femenino y masculino, con la vida y con la muerte. Al amanecer, me di cuenta de que ya no era la misma. Había despertado otra Diana.


Un segundo masaje: del vacío a la catarsis

El segundo masaje de Yoni fue lo opuesto. Desde antes de comenzar ya sentía que algo “fuerte” se avecinaba. Estaba nerviosa, pero lista.

La persona que me lo dio transmitía dedicación y devoción. En todo momento me repetía:

“Tú tienes el control.”

Al inicio todo iba bien, pero de pronto me encontré adormecida. No sentía nada. Le dije:

“Sé que tus dedos están dentro de mí, pero no siento nada.”

Él me preguntó si quería que moviera sus dedos lentamente, y cuando respondí “sí”, fue como saltar a un abismo interior. Empecé a llorar con un llanto profundo: miedo, enojo, dolor, oscuridad.

Dos personas más tuvieron que sostenerme en la catarsis. Media hora después, con respiración y acompañamiento, logré regresar al presente. Me sentía como si me hubiera caído un rayo: sin energía, queriendo entender qué había pasado.

Después recibí un espacio de aftercare que me ayudó a integrar. Comprendí que lo que emergió estaba relacionado con memorias de abuso sexual no procesadas. Fue duro, pero también una limpieza energética.

Al día siguiente desperté con gratitud.


Estas experiencias me mostraron que el masaje de Yoni es un viaje impredecible hacia el interior. Puede abrir la puerta al placer, a la sanación o a memorias guardadas. Cuando se realiza con ética y cuidado, se convierte en un puente poderoso hacia la liberación y el autoconocimiento.


¿Quieres explorar esta práctica?

Si al leer mi experiencia sientes curiosidad o un llamado a explorar esta práctica en tu propio camino de sanación y placer, me encantaría acompañarte.

Puedes enviarme un mensaje privado o agendar una llamada conmigo para conversar sobre cómo sería tu experiencia con el masaje de Yoni y resolver cualquier duda que tengas. Este puede ser el inicio de un viaje profundo hacia tu poder y tu sexualidad consciente.


 
 
 

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